PLOPP!

von Natalia Gutiérrez
Eine der faszinierendsten Eigenschaften der Arbeiten von Horst Papenhausen ist, dass sie einer Bezeichnung als „Maschine“, „Objekt“, „Skulptur“ oder „Musikinstrument“ widerstehen; es ist unmöglich, sie in Raster zu pressen oder für uns handhabbar zu machen, eben weil Papenhausen ein Künstler ist, der mit ausdrücklichen Intentionen Klänge zu erzeugen in den Grenzbereichen aller Kategorien arbeitet.
Zweifellos vereint sein Werk die gesammelten Erfahrungen in der Kunst seit den fünfziger Jahren, die um Erweiterung ihrer Grenzen durch Verbindung von Musik, Malerei, Theater und Tanz bemüht war, wenn nötig, in provozierenden und aggressiven Werken, die die Betrachtung des täglichen Lebens als uniform und vorhersehbar zugunsten einer offenen und kreativen Sichtweise aufbrechen sollten. Diese Werke konnten noch „Präpariertes Klavier“ oder „Meta­mechanische Skulptur“ heißen, ein feiner Indikator dafür, dass die Betonung auf der Maschine oder dem Objekt lag, obwohl bereits nach anderen Dimensionen wie Bewegung und Klang gesucht wurde.
Ihre Unbestimmbarkeit macht Papenhausens Arbeiten zu typischen Werken der neunziger Jahre. Die Betrachtung dieser Arbeiten kann zum Drahtseilakt werden, der Betrachter muss riskieren, selbst nachzudenken, sich vielleicht zu irren oder zu fragen: „Was ist das?“ Letztendlich sind aber diese Arbeiten so suggestiv, dass man sich von den Empfindungen, die sie hervorrufen, leiten lässt, und einfach genießt, wenn der ganz gewöhnliche Aluminiumtopf oder das Metallregal, in Resonanzkörper verwandelt, Klänge erzeugen.
Während die Kunst alle Arten von reflektierenden, hysterischen, selbstmörderischen, bewegenden, bissigen oder gelehrten Objekten hervorgebracht hat, ist das Objekt für Papenhausen ein genau umgrenzter Raum, innerhalb dessen man über die Natur des Klangs reflektieren kann. Außer zum Hören laden seine Arbeiten zum Sehen der Schwingung ein, die sich als plastisches und unbeständiges Geschehen von Ort zu Ort durch die Hindernisse verändert denen sie auf ihrer Bahn begegnet.

 Mit Farben eines vom Werk isolierten elektronischen Arms können alle räumlichen Effekte der verschiedenen Klangrezeptoren in schallgedämpften Kammern oder auch die Resonanz in ihrer Bewegung sichtbar visualisiert werden. Lag der Akzent zuvor auf der Maschine, den Objekten oder dem Material, so liegt er jetzt auf der Schwingung; und wenn es heißt, das Experimentelle habe sich in unserer Zeit erschöpft, so haben wir hier ein Beispiel dafür, dass sich erneut ungeheure räumliche und plastische Möglichkeiten auftun
All dies nüchternen Reflexionen über den Klang bedeuten nicht dass Papenhausen dem gewöhnlichen Leben fernstünde, im Gegenteil, er ist ein Künstler, der „das Leben kennt“, er ist Maler und Zeichner, und hat eine klare Wahrnehmung seiner Umgebung, der kleinen Dinge, wie zum Beispiel eines Abflussgitters oder einer Sprungfeder, die wir unbeachtet lassen, vielleicht weil uns Verkehr, Lärm und das Chaos in der Stadt, in der wir wohnen, daran hindern, und die wir nur bemerken, wenn sie sich ungewöhnlich benehmen, plötzlich hochspringen und plopp! machen.
Vielleicht unbeabsichtigt leistet der deutsche Künstler, der seit etwa zwei Jahren als Kunstpädagoge in Kolumbien arbeitet, an diesem Punkt einen wichtigen Beitrag, denn: vor allem jungen Künstlern in unserem Lande erscheint es leicht zu sein und der Forderung des Tages zu entsprechen, mit gefälligen „Ready mades“ zu arbeiten. Wichtig ist aber, von ihnen ausgehend überzeugende Werke zu schaffen, die zur gleichen Zeit bestimmte Probleme reflektieren, sich nicht mit der ersten Betrachtung erschöpfen und - wie in diesem Fall - die Forderung erfüllen, die einige Kulturen an die Kunst stellen: eine Brücke zwischen der Alltagserfahrung und der Erkenntnis zu schlagen.
Bogotá im September 1993

 

¡PLOP!


Por Natalia Gutiérrez 

Unas de las caracterstícas más seductoras que tienen las obras de Horst Papenhausen, es que no se pueden llamar „máquina“, „objeto“, „escultura“ o „instrumento musical“; no es posible encasilladas o domesticadas para noso­tros, porque precisamente es un artista que trabaja en los limites de todos ellos, con la intención expresa de crear sonidos.
Su obra indudablemente recoge toda la expedencia acumulada por el arte, a partir de los años 50, cornprometido en ampliar sus fronteras, combinando música, pintura, teatro y danza, en obras provocativas y agresivas, si era necesado, para cambiar la visión de la vida cotidiana, unificada y predescibe, por otra abierta y creativa. Pero éstas obras podían llamarse  “Piano Preparade“ o “Esculturas Meta-Mecánicas“, un indicador muy sutil de que el énfasis estaba puesto todavia en la máquina o en el objeto, a pesar de que se buscaran otras dimensiones corno eI rnovimiento o el sonido.
Es su efecto indeterminado lo que hace a las obras de Papenhausen muy de los 90. Obras frente a las cuales el espectador se encuentra de pronto en la cuerda floja y tiene que correr el riesgo de pensar por si mismo, incluso de sentir miedo a equivocarse y preguntar : qué es?, pero finalmente son tan sugestivas, que se deja llevar per las sensaciones que despiertan y disfruta cuando la ella de aluminio de todos los días o el estante de metal, convertidos en cajas de resonancia, emiten su propio sonido.
Si el arte ha creado toda clase de objetos, reflexives, historicos, suicidas, conmevedores, mordaces o sabios, el objeto en Papenhausen es un limite, un borde, dentre del cual se puede reflexionar acerca de la naturaleza del sonido. Sus obras invitan, además de oir, a ver la vibración como un heche plástico inestable, que pasa de un lugar a otre modificándose por las trampas que
encuentra en el trayecto; a visualizar con los colores de un brazo electrónico separade de la obra, todos los efectos de la ubicación espacial de los diferentes receptores del sonido en cámaras de paredes absorbentes o a ver la resonancia, en ei movimiente. El énfasis que antes estaba referido a la máquina, los objetos e la materia, está ahora pueste en la vibración; y si algunos piensan que hemos llegade a una época agotada para la experimentación, este es un ejemplo en el cual el universo se amplia de nueve con inmensas posibilidades espaciales y plásticas.
Tedas estas reflexiones sobre el sonido que podian tratarse sin emoción, a Papenhausen ne lo apartan de la vida común y corriente; per ei contrado, es un artista que  “ha pasade per tode“, es pintor y dibujante y por eso mismo tiene una clara percepción del mundo que lo rodea, de las cosas pequeñas, como una rejilla de desagüe e un resorte, que pasan desapercibidas para nosotros, tal vez por el tráfico, el ruido y el caos de la ciudad donde vivimos y solamente caemos en cuenta de ellos cuando reacciona de manera desacostumbrada; por ejemplo cuando saltan y hacen : ¡plop!
Es aqui donde este artista alemán que se encuentra hace cerca de dos años en Colombia como profesor, realiza, tal vez sin proponérsele, un aporte significative, ya que aparentemente es fácil y está a la orden del día, sobre todo en artistas jóvenes de nuestro país, trabajar con , “objetos encontrados“ tan complacientes a veces con el guste: Lo importante es crear a partir de ellos, obras encantadoras y a la vez reflexivas sobre problemas específicos, que no se agoten en la primera mirada y que respondan, como en este caso, a lo que algunas culturas le exigen al arte: tender un puente entre la expedencia cotidiana y el conocimiente.
Bogotá, Septiembre, 1993